Emprendedores (antiguamente trabajadores por cuenta propia)

De un tiempo a esta parte, resuena con fuerza la palabra emprendedor, que viene a ser el trabajador autónomo de toda la vida o pequeño empresario. A mí me rechina bastante, y no me gusta que se use de la manera que se hace con frecuencia, ni desde plataformas privadas sin el rigor deseable, ni desde organismos públicos porque es un parche al problema que tenemos en España con el paro y la política laboral.  Se utiliza a menudo con cierta alegría y desparpajo, señalando solo ventajas, proponiéndolo como solución bastante apetecible y ventajosa.

Vaya por delante que no me gustan los gurús, y que únicamente pretendo dar mi visión del tema emprendedor desde mi experiencia, en un sector, legal, que tradicionalmente no le ha quedado otra opción que emprender o como se denominaba hasta ahora, montar tu negocio, ser autónomo o profesional liberal.

De entrada, emprendedor significa, «que emprende con resolución acciones dificultosas o azarosas», y sí, crear tu negocio es ante todo complicado, difícil y duro, sin embargo, se leen noticias, a menudo con cierto connotación extremadamente positiva, acerca de que cada vez más parte de la población se lanza a emprender, montar su propio negocio o llevar a acabo iniciativas empresariales, vamos lo del autónomo de toda la vida, pero denominado así, que suena algo más cool, mucho más sofisticado…

Ayer leía esta noticia, en la que se comenta que «6 de cada 10 españoles se muestran dispuestos a crear su propio negocio«, e independientemente de que es una realidad, no debemos obviar que es una realidad muy dura y provocada por la situación laboral en el país. A pesar de que no me gusta el término lo adoptaré en este post para describir lo que veo a mi alrededor, a ver qué os parece mi visión del tablero de juego.

¿Realmente queremos emprender o nos vemos obligados a ello? ¿Qué es necesario para emprender? ¿Dónde emprendo? ¿Solitario o con socios? ¿Qué formación/conocimientos básicos son necesarios?  ¿Se hacen las preguntas necesarias esos 6 de cada 10 españoles?

Llevo unos años «emprendiendo» y mi primera vez fue por un «churro», y antes de montar mi propio despacho. Digamos que te ofrecen una posibilidad, por un contacto de un antiguo trabajo, evalúas riesgos , los minimizas y en vista de que trabajas y conoces el sector y si fallas el destrozo será menor, le das al Start. Han pasado 7 años, y junto con mi socio empleamos a 5 personas, y cada ejercicio hemos tenido resultados positivos, en ventas, zona de influencia, número de clientes, facturación y reducción a casi 0 de índice de morosidad. Hemos tenido un crecimiento lento pero bastante sólido. Todo se ve muy bonito desde el escaparate.

Sin embargo, para llegar a este punto he pasado por algún que otro desierto, desde negativas a financiación de entidades bancarias, semanas y meses sin apenar librar, jornadas de 14 o más horas, reuniones de infarto, toma de decisiones a cara o cruz, poner dinero de mi bolsillo para aguantar ciertos chaparrones, que te preguntes cómo harás para pagar sueldos y facturas (y no tener ni idea),  estar meses sin cobrar para que ningún empleado ni proveedor deje de cobrar, aprender en tiempo récord contabilidad y otras materias, hasta por supuesto, llevarte a casa los contratiempos y preocupaciones.

Visto así seguro que la cosa no parece tan bonita, y eso dentro de un sector que conozco y controlo ciertos entresijos.

Sin embargo no me quejo, al contrario, disfruto, me gusta mi trabajo, volvería a hacerlo, y sigo metiendo las narices en cualquier avispero, pero eso no debe ocultar que exige una dedicación muy importante, y también en muchas ocasiones una mentalidad a prueba de bombas.

Por otra parte, he comenzado otros proyectos, varios, que no han dado sus frutos, y que han sido absolutos fracasos, si FRACASOS en mayúsculas, esa palabra que tan poco gusta. Unas veces por elegir mal el socio, otras veces por la configuración del trabajo, por el público al que se orientaba… afortunadamente, los riesgos estaban bastante controlados y no pasó a mayores. En cualquier caso, eso no me ha impedido seguir dándome golpes y seguir intentándolo, y sacando el máximo partido e información a esa experiencia, y sinceramente he aprendido mucho de cada fracaso . También sé que tiene que gustarte lo que haces (creo que es fundamental), para sacar fuerzas cuando decaiga el ánimo, de lo contrario es probable que se acabe tirando la toalla.

Cuando veo que se trata el tema del emprendedor, salvo excepciones,  no escucho hablar de las dificultades de elaborar un plan de negocio correcto, un estudio de mercado más o menos serio, no oigo que se hable de la desprotección de las personas físicas ante una deudas impagadas, del tiempo de puesta en marcha, de los obstáculos burocráticos que se encontrarán, del asesoramiento mínimo necesario, por no hablar del disparatado sistema fiscal/tributario.

Por todo esto, me preocupa que emprender no sea una decisión voluntaria, con evaluación de pros y contras, con un mayor o menor estudio previo del sector en el que plantaremos el chiringuito, y con un análisis de los riesgos que se correrán, sino que en muchas ocasiones veo clientes que se tiran a la piscina, no ya sin saber nadar que sería temerario sino sin tan siquiera saber si hay agua en la piscina. En ocasiones me parece que se trata de una huida hacia delante, cuando lo que debe ser es seguir un camino marcado.

Aún así, soy de los que anima a convertirte en emprendedor, empresario, autónomo o profesional liberal, pero recordando que es duro pero muy satisfactorio y además tiene que gustarte el vértigo , y sobre todo que emprender no es un fin sino un medio.